Hay un momento para
todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol… un tiempo para plantar y un tiempo
para arrancar lo plantado, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse…
y por qué no, un tiempo para reencontrarse.
Porque a la Escuela
Granja, siempre queremos volver...
Así lo expresa en sus emotivas palabras la
Profesora Susana Huber:
Es imposible abstraerse al
paraíso verde que nos asalta las pupilas apenas ingresamos, alumnos
desperdigados aquí y allá, recién desayunados, intercambian voces y mates
espumosos, porque todavía son puro placer y catarsis cotidiana que se va luego
con la brisa del campo.
Aquí los chicos todavía nos
saludan: con la sonrisa, con los ojos y las manos. Y nos saludan también los
perros. Aquí todavía nos saludamos con un abrazo y un beso. Y es entonces
cuando descubrimos que todavía estamos en casa.
La Granja tiene sabor a café
recién servido, a mates anónimos o mezclados, porque a veces todo es de todos y
ya nadie sabe quién se llevó su termo o su dulce, que después aparece
custodiado por alguien que lo vio desorientado.
También compartimos el humor
picante de los recreos y reímos a carcajadas por una soncera y por estar vivos
pero también exhaustos. Y lloramos juntos y nos prestamos los hombros y los
pañuelos cuando los duelos nos acobardan, para salir otra vez enhiestos y con una
fuerza nueva a batallar.
Vivir La Escuela Granja es sentir
ganas de crecer aún más, de sumar proyectos, de apostar a la excelencia. Y esto
no hay fuerza ni destino que pueda evitarlo. Porque allá afuera, el mundo nos
espera y los espera a ellos, formados, fortalecidos como personas íntegras y
capacitadas para valerse por sí mismas.
GRACIAS A TODOS… POR FORMAR PARTE!!!