El teatro pone en obra fragmentos de vida.
Cada actor representa al ser humano al desnudo, con sus pasiones y sus
desengaños. Con sus sombras y sus brillos propios.
Los
alumnos de 3er año 2da división comenzaron la redacción de un texto teatral con todas las estrategias
de las que debe echar mano el buen dramaturgo.
Por ejemplo, la distribución de roles
a diferentes personajes y estructuración de la obra en actos y respectivos cierres de telón. La determinación de cambio de
escena según el ingreso y salida de
personajes. El cambio de cuadro, de
acuerdo a la variación de escenografía.
Parte de la tarea se pensó, se ejercitó y se
disfrutó en el aula, y parte de la obra se aireó en el escenario puro del campo. Desperdigados bajo la sombra del viejo
algarrobo, el limpiatubos y el toronjal, cuadernillos y netbooks en mano, se
estrenaron las ideas jóvenes que alentaron el libreto. Jugaron a ser ellos mismos y a ser otros en otro cuerpo.
Se rieron y discutieron acerca del armado de los diálogos o del vocabulario que usarían los protagonistas…
El
viento y el sol acariciaron las horas cátedra que se escaparon del banco y se
asentaron en pasto y tierra.
Las obras escritas se actuaron en un
improvisado escenario formado por mesas, puertas y ventanas junto a originales
elementos de decoración y el público (ellos mismos) se acomodó en
sillas que se alinearon al fondo del aula.
Perdieron
la timidez. Se divirtieron. Aplaudieron y se asombraron del rol protagonizado
por compañeros de muy bajo perfil que sobre las tablas cobraron vida nueva.
Esta
forma dinámica y comprometida de aprender permitió que hicieran piel las
teorías, y que finalmente, junto al timbre del recreo, cayera el telón.
Prof. y Clor. María Susana Huber